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martes, 9 de agosto de 2011

Saliendo de Ur

Hace unas semanas me tocó dar el estudio en la iglesia en jueves y esto fue lo que sentí de parte de Dios, os lo comparto porque muchas veces no nos atrevemos a salir de lo cómo y de lo que conocemos por miedo a lo desconocido. Espero que os sea de bendición y os animo a dar el paso adelante :) Dios os bendiga y feliz semana.




Génesis 12:1-3 1Jehová había dicho a Abram: «Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Haré de ti una nación grande, te bendeciré, engrandeceré tu nombre y serás bendición. 3 Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra».

La vida está compuesta por cambios, movimiento, no es estática, pero muchas veces nos acostumbramos a nuestras circunstancias, ya sean buenas o malas, pero nos hemos quedado estancados en nuestra vida. Queremos más pero no estamos dispuestos a dar el paso, estamos contentos con lo que tenemos y no queremos ser “avariciosos”, pensamos que ya está bien; o Dios nos pide que vayamos a más, que demos el siguiente paso en nuestra vida y tenemos miedo o estamos demasiado cómodos.
Hoy os quiero hablar de alguien al que Dios le pidió que diera el siguiente paso y él respondió, falló en el camino varias veces, pero obedeció y Dios le recompensó.

Abram era un hombre rico, había adquirido, a lo largo de su vida, mucho ganado y personas, es decir, siervos y esclavos. Él estaba bien en su tierra, allí estaba su familia, estaba asentado, se había criado allí, tenía sus riquezas, no le faltaba de nada; no tenía ninguna razón para dejarla hasta que Dios un día le habló. Dios le dijo que se marchara de su tierra, que abandonara su zona de confort, la comodidad, el estar seguro de a dónde iba. Abram obedeció a Dios, dejó Mesopotamia, es decir Ur, con su mujer, sus posesiones, su sobrino Lot  y padre. No fue una decisión fácil, sin embargo él obedeció. Salió de su tierra, abandonó lo que conocía. De allí se fueron a Harán, donde vivían parientes suyos y allí estuvo hasta la muerte de su padre.

Génesis 12: 4-5 4 Se fue Abram, como Jehová le dijo,  y con él marchó Lot. Tenía Abram setenta y cinco años de edad cuando salió de Harán. 5 Tomó, pues, Abram a Sarai, su mujer, y a Lot, hijo de su hermano, y todos los bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán.
Romanos 7:4 4 Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, cuando murió su padre, Dios lo trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora.

Tras la muerte de su padre, Abram volvió a coger todas sus pertenencias, su familia, y Lot volvió a acompañarle y marcharon hacia Canaán. Ese alto en el camino en Harán, que no estamos seguros si fue idea suya o quizás de su padre, fue temporal, ese no era el sitio que Dios tenía para él. Abram no sabía a dónde tenía que ir, Dios no le dio un plano e instrucciones específicas a seguir, él le dijo sal de tu tierra y tu parentela a una tierra que te mostraré, punto, por mucho Abram pudiera haber dicho, pero que hago ahora, cuál es el siguiente paso, a dónde me voy, cuál es el camino, etc. Dios no le mostró a dónde tenía que llegar, hasta que llegó, no supo su destino hasta que obedeció en fe.
Génesis 12:5-7 5 Tomó, pues, Abram a Sarai, su mujer, y a Lot, hijo de su hermano, y todos los bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán. Llegaron a Canaán, 6 y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, donde está la encina de More. El cananeo vivía entonces en la tierra. 7 Y se apareció Jehová a Abram, y le dijo: «A tu descendencia daré esta tierra». Y edificó allí un altar a Jehová, quien se le había aparecido.

¿Cuántos de vosotros habéis ido alguna vez de viaje? ¿Sabíais a dónde ibais? ¿Teníais una hora estimada de llegada? Normalmente cuando vamos de viaje, y aún más cuando nos mudamos, aunque sea una decisión de última hora, planeamos las cosas, si vamos en coche miramos como llegar, si vamos en algún otro medio de transporte compramos los billetes, sabemos a dónde vamos y cómo queremos llegar allí, hasta miramos el tiempo que vamos a tardar aproximadamente. No nos gusta ir a lo desconocido, incluso cuando nos vamos por ahí a ver dónde acabamos, tenemos una idea. Abram, no tenía ni idea, no sabía nada, no podía calcular, no podía hacer nada excepto decidir no obedecer a Dios. Pero él tuvo fe y decidió obedecer.
Lo desconocido da miedo, nadie se libra de este miedo, incluso hay un dicho muy popular que dice “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Todos lo hemos usado, lo usamos de distintas maneras, la más común es “Y si lo bueno por conocer es aún peor que lo que tengo ahora”, otra manera es “y si voy a tener que trabajar mucho por conseguir eso que es mejor, ahora mismo estoy bien, quizás podría estar mejor, pero no quiero embarcarme en una aventura con fecha de fin desconocido”. Si Abram hubiera hecho eso, pensad en todas las cosas que ya no serían igual, Israel no sería el pueblo de Dios, no hubieran sido benditas todas las naciones a través de él, etc.
El cambio siempre es difícil, no saber dónde vamos a acabar o que va a acontecer en el camino da miedo y es duro, pero sabemos que Dios nos ama y tiene preparadas cosas buenas para nosotros, incluso los momentos más difíciles que pasamos nos ayudan a crecer, mejorar y parecernos más a él.

Jeremías 29:11 11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Romanos 8:28 28 Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Para Abram no todo fue fácil en el camino, su padre falleció, iba a un lugar desconocido, Dios le prometió cosas que parecían imposibles, por ejemplo un hijo teniendo  en cuenta su edad y que su mujer era estéril y a través de él una gran descendencia, hubo conflicto con su sobrino, tuvo que luchar, fue errante en la tierra que Dios le prometió, Dios le pidió que sacrificara a su hijo; y aunque nada fue fácil él obedeció, cuando se equivocó y falló se volvió a Dios y todo le fortaleció, le ayudo para bien y se le conoce como el Padre de la Fe, por esa fe en Dios casi inagotable, que a pesar de flaquear no perdió su esperanza en Dios, creyó en esperanza contra esperanza. Su fe le guió toda su vida y trajo bendición a su familia y a todas las naciones. Dios cumplió cada una de las promesas que le dio, no le falló, aun cuando él si fallo y nos siempre hizo las cosas bien, como cuando dijo que su mujer era su hermana por miedo a que le mataran, Dios siempre fue fiel.

Romanos 4:18 18 Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia».

Dios nos ha pedido algo a cada uno de nosotros, algunos estamos en la encrucijada intentando averiguar hacían dónde ir, otros están en el proceso de cambio y otros aún no han tomado su decisión. No será fácil, habrá problemas en el camino, pero Dios es fiel y no nos abandonará, cumplirá las promesas que nos ha dado, si crees que no te ha dado ninguna, lee la Biblia, está llena de promesas para nosotros. El ser creyente implica una vida de cambios contantes para poder alcanzar todo aquello que Dios tiene para nosotros. Te animo a que salgas de tu tierra, de tu familia, de aquellos hábitos a los que estás acostumbrado, de ese trabajo, de esas malas costumbres, de lo que sea que Dios te está demandando y le sigas en esta nueva etapa creyendo y teniendo fe de que te llevará a cosas mejores. Olvidemos del viejo dicho y en su lugar digamos “Mejor lo que Dios tenga preparado para mí a pesar de las dificultades que lo bueno conocido”

1 comentario:

  1. Gracias Betsy por compartir todo esto, las enseñanzas. Ayer comenzamos Mièrcoles de Cenizas que anteceden a "la Pascua"..."El Paso" y hoy me siento muy idenfitifaca en mi vida con esto del Exodo y el Pueblo de Israel al desierto. Estoy viviendo mi propio camino de peregrinacion en el alma, con dificultad y dolor, pero sujeta a Jehovà Dios.

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