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lunes, 30 de mayo de 2011

La cuenta bancaria de la vida

Esta historia es genial... algo que todos deberíamos recordar y que nos ayudará a vivir mejor.

Un anciano de 92 años, bajito, con buena postura, y honorable, que  cada mañana 
estaba vestido a las 8, con su pelo repeinado y perfectamente afeitado, aunque había sido declarado legalmente ciego, se mudó a una residencia de ancianos. Su mujer, con la que había estado casado durante 70 años hacía poco que acababa de morir y por ello tuvo que mudarse.
Después de esperar durante horas pacientemente en el vestíbulo de la residencia, sonrío co dulcura cuando le dijeron que su habitación estaba lista.

Mientras movía el  andador para entrar en el ascensor, le hice una descripción visual de su pequeña habitación, incluidas las cortinas de ojete que colgaban de su ventana. Me encanta, dijo con el entusiasmo de un niño de ocho años al que le acaban de regalar un perrito. Sr. Jones, no ha visto aun la habitación; espere un poco. “Eso no importa”, contestó. La felicidad es algo que decides con anterioridad; que mi habitación me guste o no, no depende de cómo estén colocados los muebles… sino de cómo estén “orientados” mis pensamientos. Ya he decidido que me va a encantar. Es la decisión que tomo cada mañana cuando me despierto. Puedo pasarme el día en la cama pensando en las dificultades que tengo con algunas partes de mi cuerpo que no funcionan o levantarme y estar agradecido por las que sí lo hacen. Cada día es un regalo y mientras mis ojos se sigan abriendo, voy a volcarme en el nuevo día y en todos los recuerdos felices que he conservado justo para este momento de mi vida. La tercera edad es como una cuenta bancaria. Puedes retirar lo que has depositado. Así que mi consejo es: ¡deposita mucha felicidad en el banco de los recuerdos!


Gracias a todos los que habéis participado en llenar mi banco de los recuerdos. Aún sigo haciendo depósitos ;)

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